Luna comanche by Catherine Anderson

Luna comanche by Catherine Anderson

autor:Catherine Anderson [Anderson, Catherine]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Histórico, Romántico
editor: ePubLibre
publicado: 1991-01-01T05:00:00+00:00


Capítulo 16

Mujer de Muchos Vestidos venía corriendo de la tienda de Cazador con los brazos llenos de armas, justo en el momento en el que él detenía a Amigo frente a la puerta. Mirlo corría detrás de su abuela, arrastrando un gran canasto. Asombrada, Loretta miró las cosas que Mujer de Muchos Vestidos llevaba. Flechas de guerra, lanzas, cuchillos. Su vista se detuvo en el cesto de Mirlo. Un trozo de paño de algodón sobresalía por debajo de la tapa.

La mujer y la niña parecían nerviosas. Loretta sintió la tensión en el cuerpo de Cazador. Dijo algo a su madre y bajó del caballo. La mujer se dio la vuelta y volvió a entrar en la tienda de Cazador, instando a Mirlo a que hiciera lo mismo. Una expresión de consternación se dibujaba en la cara de Cazador cuando levantó a Loretta de la silla.

Rodeando el escudo de guerra que había en un trípode cercano a la puerta, Loretta empezó a sentirse incómoda. Tenía el presentimiento de que la madre de Cazador había intentado sacar ciertas cosas de la tienda de su hijo antes de que ella llegase. Cuando cruzó la puerta, le llevó un momento acostumbrarse a la falta de luz.

Mujer de Muchos Vestidos y Mirlo estaban de pie a un lado de la habitación, y en sus caras había una expresión de culpa. Detrás de ellas Loretta vio un palo largo lleno de cabelleras y plumas. Las rodillas se le hicieron agua. Miró a Cazador por encima del hombro. Él la rozó al pasar y evitó su mirada.

—Mea —ladró.

Su madre y su sobrina se movieron hacia la puerta, mirando a Loretta en señal de disculpa. Cuando estuvieron fuera, Loretta se acercó al poste de las cabelleras… y se quedó allí mirándolo con mórbida fascinación. Las cabelleras eran demasiado numerosas como para poder contarse. Tampoco lo intentó. Una ya le hacía suficiente daño. Examinó las armas que su madre había intentado quitar de allí. El cesto contenía probablemente recuerdos que Cazador había recogido de las víctimas.

—Mi madre quería evitarte la tristeza —dijo Cazador con voz ronca—. Llegaste sin avisar.

Loretta recordó la noche en la que tía Rachel le había hecho una visita en el altillo. Loretta había defendido a Cazador esa noche. Qué estúpida había sido.

—¿Por qué me escondiste estas cosas, Cazador?

Él avanzó unos pasos para acercarse a coger el palo y tirarlo al suelo. Sabía que intentaba sacar de la tienda el botín ensangrentado, pero ella lo cogió por la muñeca.

—Por favor, no lo hagas. Quitarlo es mentir tanto como decir palabras falsas.

Él la miró con sus ojos oscuros.

—Ojos Azules…

Loretta le soltó y se puso la mano en la muñeca. El sonido preocupado de su voz le ponía enferma. Quería caerse allí mismo. Dios mío, ¿qué había hecho? Era un animal, como había dicho tía Rachel. Todas esas cabelleras. ¿A cuántos de su gente había mutilado? Y ella había venido corriendo hasta él para pedirle ayuda.

—¿Irás a buscar a Amy? ¿Eso no es mentira, verdad?

Volvió a poner el palo en el sitio con tanta fuerza que las paredes de piel vibraron.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.